El barro como material, su propia quema y el gesto de encontrar en los ancestros mayas un gesto de identidad y pertenencia para traer al presente son elementos que forman parte de la reciente exploración escultórica de Gabriel Niquete, quien mediante procesos rústicos de modelado, recrear visiones contemporáneos de los aluxes, seres mitológicos cuyo fin era el hacer travesuras, el hurto de objetos brillantes y dulces, a su vez, que fungen como guardianes, antes de la milpa, ahora del hogar, pues es en sus campos y sus selvas en donde se construye.

La identidad aquí se re visita, como un bello jardín que ha sido bellamente ornamentado; como gnomos guardianes vigilan quien se posa en ellos, los aluxes de Niquete salvaguardan el espacio con suma cautela, a su vez que con monstruosidad, como un espejo de nosotros mismos que nos ha devuelto una bocanada, un gesto de fiero que incita al peligro a su vez que al cuidado. Estos seres mayas exploran la nostalgia de la tierra depredada, de la selva que ahora son casa y concreto, de las tradiciones que bellamente nos regalan nostalgia.