La introspección, lo personal e intimo que aparece en los espacios, son el tema de las Pinturas de Gladys Méndez Alayola, quien mediante el uso de colores fluorescentes y luminosos, nos hace ver esta realidad inquietante y difusa, una noche ajetreada junto con sus luces de neón. Una retícula que se nos impregna en la mirada, ahí donde la arrastramos y este gesto extraño de reconocemos ahí en ese espacio, ajeno a la ves que familiar.

La forma en la que percibimos estos espacios, tales como vestíbulos, oficinas, recepciones, a su vez que animales, insectos y flores; de como parecen resultar en un retrato de lo ajeno para hablar de lo cotidiano; de lo alienado para hablar de lo intimo. Méndez Alayola nos sumerge en su pintura como a un sueño de cualidades estridentes, una pesadilla que no lo es del todo, un sueño apacible que nos cobija como un monstruo que sabemos seguro y amigable.